Guadalupe sabio explica que “cuando estamos en ayunas, la disminución de los niveles de glucosa en sangre contribuye a desencadenar el hambre. Cuando esto sucede se activa el sistema nervioso simpático, lo que puede aumentar la liberación de glucagón y cortisol, hormonas que promueven la liberación de glucosa almacenada en el hígado para mantener los niveles de azúcar en sangre. Además, el sistema digestivo secreta diversas hormonas que estimulan el apetito, como la grelina, que se libera cuando el estómago está vacío”.